miércoles, 30 de mayo de 2007

Ahí viene la micro(columna del puerco)


Me conseguí un pituto, ya que los ahorros se me están acabando y este peludo Chilota de mierda gasta mi dinero sin el más mínimo remordimiento. Tengo que escribir un reportaje sobre el Transantiago para la revista comunal de pirque (trabajo es trabajo).
Así que esta mañana me senté en mi vetusto computador con Windows 3.1 dispuesto a reventar el nuevo plan de transporte nacional, pero para mi sorpresa había llegado un poco tarde. Cada periodista del país (y eso que son muchos) había mascado, digerido y defecado a esos pobres buses coloridos. Me rasque la oreja con mis pesuñas y estiré mi cola de resorte buscando algún nuevo enfoque sobre el tema, terminé por escribir un interesante reportaje sobre la vida de don Peumo, esforzado trabajador brasileño que cumplió la vital tarea de colorear los extintores de los nuevos buses del transantiago.
Una semana después recibí mi reportaje de vuelta con una gran cara de enfado dibujada en la potada e improperios del editor exigiendo que lo rehiciera.
Con mis bolas de puerco algo hinchadas, comprendí que esto necesitaba un poco más de esfuerzo (cosa que odio tanto como el jabón). Por lo que me puse mi mejor pinta (no muy diferente a mi pijama) y salí a trabajar en terreno.
Reconozco que jamás me había subido a una micro del Transatiago, ya que el inicio de este coincidió que una de las siestas más largas de mi vida.
En el paradero había una larga cola, a la que me uní pensando que el racionamiento de la UP había regresado. Error ya que al final de la cola no había un monitor con dos panes y una bolsa de azúcar, sino que la entrada a uno de los buses más modernos de Sudamérica (como si eso fuera muy difícil). Al subir salude al chofer, trabajadores con basta capacitación en la atención al cliente y que dejarían atrás la imagen del micrero tosco e irrespetuoso; el respondió a mi saludo con un claro, “pase pal fondo mierrrrrrrrrda”. Algo contrariado me dirigí al medio del bus, donde me acomodé algo apretado entre la gente. De pronto la señora que va adelante mío se da vuelta y me grita “pervertido me está manoseando” , de inmediato levanté mis manos mostrando mis pesuñas con las que era imposible manosear algo, pero era muy tarde, una lluvia de escupos, carterazos, patadas, y todo lo que dañara mi puerca humanidad.
Asustado huí hacia el fondo, donde un grupo de esforzados estudiantes, tal vez buscando dinero para textos de estudio o clases particulares, me amenazaron con un cuchillo cartonero, seguramente de sus clases de artes plásticas, y cordialmente me pidieron mi billetera, al entregárselas y verla totalmente vacía decidieron ir por mis zapatillas, grave error, ya que mi podólogo me dijo que debo caminar sobre mis pesuñas solamente. Al ver que no era la mejor victima se bajaron de la micro, no sin antes tajearme la poca ropa que traía puesta. Cansado me bajé, pero me demoré 10 minutos en llegar a la puerta de la micro, ya que cada vez que decía “permiso” recibía un golpe en la cabeza y alguien decía “bajate por la otra puerta pos hueon”. Cansado llegué a mi casa, donde luego de limpiarme loes escupos y sobarme los cototos me senté a sacra cuentas; me escupieron, insultaron, pegaron, robaron y la micro no me dejó ni cerca de donde yo quería. Conclusión, el sistema no ha cambiado para nada, sigue siendo tal como lo recordaba, la gente es la misma y los micreros los mismos y definitivamente los escupos son los mismos. La cosa no es tan diferente a como era antes, a los chilenos los hacían hueones antes y los siguen haciendo heuones ahora, yo prefiero estar cesante y no tomar nunca más una micro.


Al final me rechazaron mi reportaje por ser demasiado poco lúdico y por tener un foco centrado en la mirada paternalista del estado sobre la sociedad aristoplutocrática (ósea se pasaron por la raja mi reportaje) por lo que publicaron una columna de Alejandra Valle (pero con ropa)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y cuando yo voy a poder ver al Chi-puerco?.

Llámame

Anónimo dijo...

Cada uno con su visión, yo prefiero encerrarme en mi bunker nuclear a escuchar un disco de Tronik en vez de tomar el transantiago. Ya perdí la cuanta de las veces que he sido manoseada.

Más que bueno yo llamaria a esto una desahogo animal nescesario.
(trata de escrivir algo más oscuro, como cuando eras más chico)

Diana dijo...

Esto es una buena columna.

Me recuerda a que el otro día me subía al transantiago y sin más ni menos se acerca a mí el lobo. Me agarró el poto súper fuerte y me miró como diciéndome "ya bueno y ahora que vai a hacer po pendeja tonta". Lo miré de vuelta y no hice nada.

Caperucita.-

Lucas dijo...

wenaaaaa vichooo me habias hablado de tu blog y ahora lo encontree y me gustoo caletaa weon, sigue asii weon me kago de la risaaaa yaa po weon un abrazo cuidece

Lucas Blaset